Conocer con detalle zonas afectadas por una epidemia, así como el número de población afectada, medir con precisión la emisión de CO2 o predecir la inundación de las costas debido al deshielo a través de imágenes satélite y datos móviles son sólo algunas de las cosas que podemos conocer gracias al análisis masivo de información o Big Data. Los datos que la humanidad genera –generamos– a través de las redes sociales, las tarjetas de crédito o las llamadas telefónicas, pueden tener, no sólo fines comerciales para que las empresas sean más competitivas, sino también fines sociales que permitan mejorar el mundo.
El análisis de los datos es un arma muy poderosa a través de la cual se pueden tomar decisiones muy beneficiosas para la sociedad, sobre todo cuando la información, que según los expertos en ciberseguridad se ha convertido en el petróleo del S. XXI, puede adelantarse a acontecimientos futuros como pueden ser los desastres naturales o la propagación de enfermedades.
José María López, consultor tecnológico independiente, explica de manera detallada que el Big Data ha pasado por tres etapas. “La primera de ellas es la de saber que, efectivamente, tenemos un montón de datos, pero no se sabía bien qué hacemos con ellos”, comenta. “La segunda”, prosigue, “es saber cómo le sacamos partido, qué podemos saber a partir del análisis de la información. Y, ahora, estamos en la última etapa, en la cual ya podemos trazar decisiones después de haber sacado toda la inteligencia de la información que hemos obtenido”.
La ética y el uso de los datos
El Big Data, en definitiva, forma parte de la conocida como Revolución 4.0, donde las tecnologías de la información son las protagonistas, y posee la capacidad de resolver problemas complejos, no sólo aquellos que afectan al sector privado, sino también los que tienen que ver con la investigación ambiental, la salud, la seguridad nacional, la educación o los descubrimientos científicos.
Por su parte, Robert Kirkpatrick, director del proyecto de datos Global Pulse de las Naciones Unidas, sostiene que el Big Data es como “la luz del sol. Está en todas partes y es, además, una fuente inagotable. Es el nuevo plutonio.
Gestionar ayuda humanitaria
Por ejemplo, Zenysis Technologies, una compañía de Big Data e inteligencia artificial, trabajó junto con el Ministerio de Sanidad de Etiopía para optimizar una campaña nacional de vacunación contra el sarampión en todo el país. La firma utilizó el Big Data para determinar en qué zonas del país etíope tenía sentido vacunar a los niños menores de 15 años frente a los niños de 5 años. El sistema de salud de Etiopía logró, no sólo reducir el tamaño del problema, sino que, además, ahorró alrededor de 30 millones de dólares.
Por su parte, desde Unicef usan los macrodatos y la inteligencia artificial para identificar, localizar y monitorizar a los grupos que necesitan ayuda humanitaria y lograr una respuesta más rápida a las emergencias sociales casi en tiempo real. Además, y con el fin de ser más precisos, desde Unicef han desarrollado la herramienta ‘Magic Box’, una plataforma digital que combina datos y aprendizaje automatizado para recoger información –procedente de telecomunicaciones, aseguradoras o reserva de billetes de avión, entre otros– con fines humanitarios y sanitarios.
Se utilizó en 2014 por primera vez, con la pandemia del ébola en África, y se trazaron patrones de los movimientos diarios de la gente para paliar la epidemia. Una acción pionera, por cierto, que desde Unicef volvieron a usar un año más tarde cuando se analizó el impacto del Zika en la población de Brasil.
Luchar contra el Cambio Climático
Pero, además, el uso del Big Data también posee el poder de luchar contra el Cambio Climático. Sin ir más lejos, por ejemplo, gracias al análisis de datos elaborado por Weather Analytics, podemos saber que el 33% del PIB mundial se ve afectado por los cambios en el clima o podemos documentar de manera fehaciente el impacto calamitoso de huracanes, tsunamis o incendios forestales.
Gracias al Big Data, además, se puede calcular con gran precisión el nivel de emisiones de carbono que se emite a nivel internacional, hacer predicciones precisas sobre el deshielo de glaciares con el fin de conocer el peligro de las zonas costeras y poder reubicar viviendas ante posibles inundaciones y hasta optimizar la producción de cultivos agrícolas. En relación a este último caso, destaca Owlting, una startup con sede en Taipei (Taiwan) que usa el Big Data para optimizar la producción de arroz recogiendo información a través de sensores colocados en los campos de cultivo para monitorizar la lluvia, la temperatura o los productos químicos.
Otro exitoso proyecto de Big Data que vela por la conservación de los bosques es el de David González, fundador de Vizzuality: Global Forest Watch. Una aplicación web de código abierto que monitoriza en tiempo real los bosques y, a través de los datos recopilados, es posible detectar actividades ilegales y medir las tasas mundiales de deforestación.
Barcelona, ciudad pionera en el Big Data y la gestión social
Desde diciembre de 2018 el Ayuntamiento de Barcelona ha dedicado una partida presupuestaria de 600.000 euros dedicada al uso del Big Data para conocer mejor la Ciudad Condal y poder hacer una mejor gestión social de los recursos y del funcionamiento de la capital catalana.
Los datos, en este caso concreto de Barcelona, y según señalan desde el Consistorio, proceden de registros administrativos, encuestas, sistemas de gestión, datos de terceros, sensores, entre otros, que se han cruzado con otros datos, como los sanitarios, para “explorar y conocer la realidad social de Barcelona”.
A través de este Big Data Social, que así es como lo han denominado, el Ayuntamiento de Barcelona trabaja en la planificación de los servicios, como por ejemplo el gasto en vivienda, las ayudas públicas que reciben las familias en exclusión, así como en la investigación de patrones de pobreza y el impacto sobre la salud o el retorno social de la inversión de una medida social impulsada desde la política municipal.
Banco Santander y el uso del Big Data para aportar valor a la sociedad
Banco Santander está en proceso de convertirse en una “data-driven Company” –como explicaba Álvaro Fernández, Chief Risk Data Officer de la entidad, en el entorno del ICIAM 2019, es decir, una compañía en la que el dato y el análisis avanzado de este se convierta en el centro de sus decisiones para dar un mejor servicio al cliente, elaborar mejores herramientas de trabajo para sus empleados y aportar valor, en definitiva, a la sociedad en general.
De este modo, y poniendo el foco en la importancia que tiene la información que posee, Santander apuesta de manera férrea por becar a todos aquellos que sientan inquietudes por formarse en materia de Big Data y el Date Science en la prestigiosa escuela de negocios IE School of Human Sciences and Techonology. El banco va a dar 100 becas a través de programa ‘Becas Santander | Digital Skills’, un proyecto pionero para la capacitación digital, destinadas a universitarios procedentes de Europa, América Latina y EEUU –un total de 15 países–.
Una vez concluido este periodo de formación, Santander pondrá a disposición de los alumnos la posibilidad de hacer prácticas en la empresa y pode incorporarse a la plantilla. Además, Santander también cuenta con un sistema de becas en colaboración con el centro U-Tad para la formación y especialización del Big Data, la Ciberseguridad y la Realidad Virtual, un centro al que, además, acude la plantilla del banco para avanzar en el análisis masivo de datos que permita desarrollar nuevas soluciones para la sociedad en el seno del banco.
La información y el análisis preciso de la misma, en definitiva, y a tenor de todos los proyectos de Big Data con vocación social que existe a lo largo y ancho del planeta, es una herramienta que bien enfocada tiene un poder sin parangón para cambiar el mundo.
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